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Vie, Mar

Del 22 al 24 de abril pasado se realizó por primera vez en Rosario el Space Apps Challenge, una actividad organizada por la NASA en la que participaron de forma simultánea un gran número de personas distribuidas en 180 ciudades alrededor de mundo. Se seleccionaron dos trabajos en la sede Rosario para competir a nivel mundial, uno de esos equipos estuvo conformado por dos alumnos de la FCEIA.

El denominado hackathon global tiene como objetivo desarrollar de forma individual o grupal durante 48 horas una solución a uno de los 25 desafíos propuestos por la NASA. Una vez finalizado el tiempo de producción, todos los proyectos fueron evaluados por un jurado local. Dos de ellos fueron seleccionados para participar a nivel internacional junto a los elegidos en las demás sedes.

Uno de los proyecto seleccionado en Rosario fue desarrollado por dos estudiantes de la FCEIA, Juan Emilio León y Oscar Castro, quienes plantearon una solución para el desafío denominado “Astroentrenamiento”. Ambos cursan juntos segundo año de la carrera de Ingeniería Electrónica, es la primera vez que participan de una competencia de estas características y aseguran que lo que los motivó a presentarse fue ver el nombre de la NASA. “Cuando Juan Emilio me mandó la invitación a la charla informativa que se hacía en la FCEIA me llamó mucho la atención que sea algo oficial de la NASA. Me interesó muchísimo porque la NASA es como, no digo un sueño imposible, pero sí bastante difícil, entonces dije ¿Por qué no? ¿Por qué no vivir la experiencia por lo menos?”, expresó Oscar.

El desafió elegido por ellos planteaba como consigna adaptar las herramientas de gimnasio comunes para un ambiente de gravedad reducida y diseñar una rutina de ejercicios que pueda evitar la pérdida ósea y muscular mientras que al mismo tiempo sea divertida y fácil de seguir durante una misión a largo plazo por los astronautas. “Si tuviéramos que resumir nuestro proyecto sería un traje que tiene un exoesqueleto y una malla a lo que se le puede sumar una casco de realidad virtual” explicó Juan Emilio sobre "Éffictron", nombre con el que denominaron su proyecto.

La elección del desafío se trató sobre todo de una cuestión técnica y de aprovechar al máximo los conocimientos de cada uno. “Lo elegimos porque tenía poco software y como nosotros no sabemos programar no queríamos depender de un programador que haga todo. Y también porque tiene que ver con el entrenamiento que yo más o menos tengo idea ya que hace bastantes años que voy al gimnasio y entiendo un poco de músculos y huesos”, contó Juan Emilio.

“Además yo soy farmacéutico entonces se mucho sobre fisiología humana y un poco de anatomía pero más que nada sobre fármacos y cómo trabaja el cuerpo humano en condiciones de estrés, era el desafío ideal. Él también está estudiando Licenciatura en Administración de Empresas por lo que sabe cómo manejar las cosas a nivel social en un proyecto, así que nos complementamos con los diferentes conocimientos”, agregó Osca.

Actualmente entre todas las categorías y desafíos planteados continúan en la competencia 300 proyectos provenientes de todas partes del mundo, entre los que se encuentra “Éffictron”. Dentro del desafío denominado astroentrenamiento en el cual se encuentran Juan Emilio y Oscar hay un total de 14 proyectos preseleccionados. “Revisando nuestra categoría, hay uno que es bastante parecido al nuestro, tiene más cosas por un lado y menos por otro”, explicó Juan Emilio confiado de quedar entre los 25 finalistas que se darán a conocer en los próximos días. “En nuestro informe hay cálculos de física y de matemática que no hay en el otro, eso puede ser una ventaja, lo nuestro es mucho más elaborado y escrito por nosotros mismos”, comparó entre su proyecto y uno similar.

En cuanto al desarrollo técnico propiamente dicho del proyecto, puede dividirse en dos aspectos fundamentales: por una lado la creación de un exoesqueleto que cuenta con tres tecnologías y ayuda al normal funcionamiento de los huesos y los músculos, y por el otro lado una malla de cuerpo entero hecha con un tejido de una fibra especial que se ocupa principalmente de la higiene y el cuidado de la piel y la circulación de la sangre del astronauta.

"El exoesqueleto es la parte que yo más me encargue, consta de tres tecnologías. Una es la compresión ósea que agarra partes claves del cuerpo que son las más afectadas y mediante una electroneumática las comprime para simular caminatas, trotes o estar de pie. Esa compresión hace que los huesos generen una demanda de osteoblastos que son las células que regeneran el hueso y que combata los osteoclastos que son las que van comiéndoselo. En la parte de los músculos, unas articulaciones de anillos concéntricos de goma que generan una resistencia en fricción y eso hace que no sea tan fácil mover las piernas o los brazos. Y la otra tecnología es neumática para el torso que tiene un sistema que comprime la columna y a la vez permite todo lo que es la movilidad para que no haya que hacer fuerza con los abdominales o los lumbares para moverse de un lado a otro, técnicamente cancela el momento de fuerza y conserva la compresión", explicó Juan Emilio.

Con respecto a la malla que complementa al exoesqueleto Oscar indicó: "Es de cuerpo entero de un tejido de una fibra especial que permite la circulación de la sangre y mantiene la elasticidad de la dermis humana. Tiene una tela con microcápsulas con unos sensores especiales que miden el calor o el PH del sudor y a través de esa medición degradan los microgránulos que liberan una sustancia para mantener la hidratación de la piel, la higiene y salud de la persona. El astronauta podría utilizar esta malla todo el tiempo porque ayuda con el tema de la sudoración y a controlar la proliferación de bacterias en zonas del cuerpo como la erógena, la exila, el cuello o los pies que es donde hay mayor cúmulo de bacterias. También ayuda a la redistribución del fluido sanguíneo en el cuerpo, en gravedad cero al no sentir la fuerza de atracción de la tierra hacia el cuerpo, la sangre no va hacia las extremidades y al haber un acumulado de fluido sanguíneo tanto en el torax como en la cabeza,eso genera montones de problemas como migraña, problemas de visión, cardíacos y problemas con el hígado porque también puede llegar a producir hígado graso."

Sobre lo que les dejó haber participado de esta experiencia Oscar comentó “Sentimos un poco de satisfacción propia por haber logrado algo que nunca pensamos que nos iba a salir y en tres o cuatro días lo pudimos hacer. Ya es un logro haber ganado, cuando mencionaron el nombre de nuestro proyecto fue una emoción muy grande. La verdad que es un verdadero honor haber llegado hasta donde llegamos”. A modo de conclusión Juan Emilio expresó: "creemos que con las tres tecnologías del exoesqueleto, la malla y el casco de realidad virtual, todo eso que es Éfictron podemos ayudar a la salud del astronauta. Además lo hicimos en cuatro días, o sea que si nos dan la posibilidad de avanzar en seis meses podríamos hacer algo realmente bueno, hasta incuso llevar un prototipo bien hecho."