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En esta nota la Dra. Débora Tajer reflexiona acerca de los aportes del feminismo que se evidencian en algunas de las decisiones que tomó el  Estado para enfrentar esta  pandemia.

También sobre los peligros que encierra el “Quedarse en casa” para algunas mujeres que están padeciendo violencia en sus hogares.

En este sentido es importante destacar que además de que los  Servicios de Atención en Violencia de Género del país han sido considerados Servicios Esenciales atendiendo sin pausa, se han implementado otros mecanismos como Denuncias On line que permiten obtener Medidas de protección y que evitan la  revictimización de las mujeres al tener que recorrer diversas instituciones.

Sería deseable que pasada esta pandemia estos modos de trabajo sean incorporados definitivamente , haciendo menos complicado el tránsito de las  mujeres por las Instituciones en busca de protección y justicia.

 

 Comisión  de Género FCEIA

Sanitarismo feminista y pandemia

Débora Tajer, 5/4/20

Hay muchos aspectos de cómo se está gestionando la pandemia en Argentina que tienen las marcas de un país que ha sido atravesado por la “ola verde”, fundamentalmente en lo que refiere a la aplicación de una lógica de cuidados, uno de los temas más afines a la agenda feminista.

En ese sentido lo primero a destacar es haber tomado la decisión de valorar más las vidas que la economía. Establecer una estrategia de cuidados preventivos no habiendo esperado llegar a los picos de contagios.

Otra estrategia ligada a la lógica de los cuidados es haber tomado tempranamente la decisión de que en todos los hogares donde hay niñxs y dos cuidadorxs del mercado formal de trabajo, unx de lxs dos se quede a cuidar. También es una estrategia radical de la lógica de cuidados de género y clase, que las empleadas domésticas no vayan a trabajar y se les pague. En el 2009 la epidemia del H1N1 llegó del mismo modo que el Covid 19, por “vía aérea” desde los sectores que tienen acceso a los viajes y pasó a los sectores populares a partir de las empleadas domésticas. Cuando se contagiaron las mujeres de sectores populares que cuidaban a los sectores acomodados contagiados. Parte de la baja circulación actual comunitaria y la aún baja incidencia en sectores populares del Covid 19 tiene gran base en esta estrategia.

Cierto es que uno de los déficit es no haberse percatado lo suficiente que #quedarse en casa puede ser un infierno para quien la casa lo es, dado que es uno de los lugares más peligrosos para las mujeres y niñxs víctimas de violencia machista. Pero considero que al mismo tiempo que hay que encender las luces rojas con respecto a este flagelo que se está llevando más vidas de mujeres por esa causa en lo que va del año que las mujeres muertas por covid 19 hasta el momento, hay que valorar qué aspectos de la agenda feminista han sido tomados en cuenta.

Entiendo que parte del retraso con respecto a acciones eficaces con respecto a la Violencia de Género es su multicausalidad y su abordaje intersectorial mucho más complejo, aunque parezca mentira, que la respuesta a una pandemia viral. Y a eso le sumamos que nuestro Estado había retrocedido varios casilleros en la gestión anterior con respecto a los avances en el tema. Entiendo que una manera de solucionar este problema es sumar al grupo de asesores del abordaje de la pandemia a sanitaristas con especialidad en violencia de género, además de incorporar al recientemente creado Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad a las decisiones gubernamentales intersectoriales junto al Ministerio de Salud.

Creo importante decir que no tenemos experiencia histórica de una pandemia de estas características. Hemos pasado por epidemias como el H1N1 en 2009, atravesamos desde el avance del cambio climático la endemia de Dengue, pero ninguna experiencia aún con la virulencia ni la peligrosidad del COVID frente al cual la única estrategia que tenemos es la de aislamiento, que es precisamente la que aumenta la violencia de género.

Pero insisto que a la vez que señalamos la importancia del problema y su urgencia, conviene que entendamos que la agenda sanitaria feminista tiene otros aspectos de los cuales algunos sí han sido incluidos, lo cual constituye una excelente novedad.

Creo que a muchos sectores se les dificulta plantear sus demandas en un momento en el cual hay preeminencia del discurso sanitario. Pero es lógico que la escena esté capturada por la lógica sanitaria. Quizás no se sepa que esto produce también tensiones a nivel del campo de salud. Se ha suspendido la atención preventiva de problemas diversos de salud, incluso de población de riesgo: cardiovasculares, oncología, etc., que no sea de urgencia. También en esto tendremos nuevos problemas cuando por fin salgamos de la pandemia. Las instituciones de salud también han pasado de ser “lugares seguros” a ser lugares en los cuales estamos en riesgo, en este caso de contagio del coronavirus. Pero no obstante eso, es importante plantear las voces y que cuando se tomen decisiones se valoren todos los pros y contras.

Otro aspecto es que el discurso de lo sanitario que recibimos es desde los medios. Entiendo que en un momento de aislamiento la mayor parte de la información proviene de los medios. Y en ese sentido, tenemos un déficit que arrastramos desde antes de la pandemia: los medios poseen un imaginario de salud muy tradicional y médico hegemónico. El déficit es que el discurso sanitario progresista y el discurso sanitario feminista no ha permeado los medios de comunicación. Y como tienen un modelo hegemónico y tradicional llaman para entrevistar a los representantes del establishment médico hegemónico.

También es cierto que esta pandemia encuentra a los feminismos en Argentina sin haber terminado de elaborar una propuesta integral de salud en términos generales. Sí de violencia de género, de salud sexual y (no) reproductiva, de interrupción voluntaria del embarazo, pero no así de propuesta de agenda sanitaria global desde el feminismo. En especial, un déficit a nivel de la masa crítica necesaria que se nota por su ausencia: la epidemiología feminista.

He trabajado muchos años en esos temas. He hecho mi tesis de doctorado en enfermedad cardiovascular con perspectiva de género hace diez años, tanto en la conformación desigual de la vulnerabilidad como en los modelos de atención. He dado clases de políticas en salud con perspectiva de género y luego he trabajado junto a mi equipo en temas de atención primaria de la salud. Y más recientemente, niñez, adolescencias y masculinidades adolescentes con perspectiva de género en salud. Desde esa experiencia, considero que tenemos aún un debe en la articulación más amplia de un buen discurso que articule la salud con el feminismo, un discurso propositivo que no sea solamente un discurso anti-médico hegemónico, que es importante pero no alcanza. He aquí una oportunidad para elaborar una propuesta de agenda de salud con perspectiva de género. La coyuntura lo amerita.

Creo que #quédateencasa es una excelente estrategia. Insisto, es una estrategia sanitaria de cuidado. Hay estrategias sanitarias en otros países que son terribles, es el contagio en manada, que solamente, por ejemplo, cuidan a los grupos de más riesgo y que todos los demás se contagien. Hay países donde lo importante es la economía y también países con mucha más economía informal que el nuestro. A mí me parece que quedarse en casa, y hacerlo antes de que haya tantos enfermxs, fue una estrategia maravillosa e insisto, desde una lógica del cuidado que también el feminismo tiene que tomar como propia. Yo creo que el feminismo tiene que apropiarse del discurso de los cuidados y tiene que decir: esto es nuestro, no decir “ustedes no lo toman en cuenta”. Es muy importante esa inversión del sentido.

También es cierto que el derecho a aislarse en condiciones de seguridad no es homogéneo. No cualquiera se puede quedar en casa con tranquilidad. En la escala de quienes más lo pueden hacer están quienes: tienen un trabajo en blanco o tienen algunos ahorros, no tienen una profesión esencial, entre otras. Y también nuevamente: no cualquier casa es un lugar donde te podes quedar con tranquilidad y seguridad.

También es cierto que hay gente que se le dificulta mas #quedarseencasa y no es por razones de carencia, sino por dificultad de parar, de cuidar y cuidarse. Nótese que muchos de los casos donde ha habido confrontación por incumplimiento de las cuarentenas han sido varones, fundamentalmente de sectores sociales acomodados. También es más masculino el porcentaje aún de infectados en el país, un 54%.

Por otra parte, me parece importante valorizar a una de las “cerebras” detrás de la estrategia de epidemia que es Carla Vizzotti, infectóloga y viceministra de salud, quien estuvo a cargo del programa de vacunación (entre 2007/2016) muy reconocido por la ampliación de cobertura. Me parece importante visibilizarla desde el feminismo sanitario. Me parece muy importante ponerle luz para visibilizar estas y otras “cerebras”. En una entrevista que le concedió a Eduardo Feinmann, le dijo: “yo estoy acá y para estar acá levanté una reunión con los curas villeros porque estamos haciendo una estrategia de aislamiento comunitario. Porque los sectores populares no se pueden aislar en la casa sino que se están aislando comunitariamente”. El Ministerio de Salud está acompañando y reconociendo a un sector de gente que hace la cuarentena en conjunto porque resuelve la reproducción social de manera conjunta. Esta práctica desde el estado es muy cercana al feminismo y es interesante que se la pueda reivindicar. Es muy importante valorar desde lo verde/violeta a las estrategias afines que sí se están haciendo. Son estrategias políticas de confrontación de la epidemia en un tiempo donde la ola verde dejó sus marcas y elevó el piso desde donde se hacen algunas acciones. Yo invitaría a eso.

Al mismo tiempo que las casas se volvieron peligrosas para muchas mujeres por tener que estar aisladas, en otras está aconteciendo una nueva redistribución de las tareas domésticas entre varones y mujeres. Nunca como hoy los varones están haciendo más tareas de las casas y haciéndose cargo de “los cuidados domésticos de la salud”: comprar comida, limpiar verduras y frutas con los cuidados específicos que ha introducido la pandemia aumentan el tiempo necesario para realizarlo. También cocinar, cuidar niñxs que están en casa, comprar un remedio, pedir turno para vacunarse, todo hecho en un tiempo en que todo lleva más trabajo pues las medidas sanitarias han complicado las tareas de cuidados y de reproducción social. Todo es más trabajoso y lleva más tiempo. Y estas tareas forman parte de lo que consideramos los cuidados domésticos en salud, que los hace la familia y que no solo se da en los servicios de salud.

En lo personal, el año pasado tuve un problema serio de salud y me tocó atenderme con varias médicas mujeres de instituciones reconocidas de salud de especialidades “duras” y tecnológicas que me sorprendieron gratamente. Las mismas combinan un alto nivel de profesionalización con abordajes de integración con medicinas originarias, naturistas y alternativas desde un paradigma integrador que incluye una nueva forma de alimentación. A su vez, con gran sensibilidad e incorporación de la lógica de cuidados con mirada crítica hacia la lógica medicalizante. Con lo cual la actual feminización de la medicina está trayendo consigo un cambio muy interesante que vale la pena mapear y visibilizar. También vale ubicar en esta línea la red de profesionales por el derecho a decidir que han viralizado su consigna #podescontarconmigo como un guiño de accesibilidad a los derechos (no) reproductivos en el sistema de salud. Quizás no son quienes salen en los medios porque todavía no son jefxs de servicio o no son “los grandes nombres”. Y también vale la pena decir que algunos de los grandes nombres son comunicadores, no son necesariamente grandes especialistas. Son médicxs que se han vuelto periodistas u opinólogxs. Con lo cual estarían faltando comunicadorxs en salud desde estos nuevos paradigmas: más mujeres y diversidades, más voces que sostengan un paradigma sanitario comunitario y de derechos. Necesitamos más entrenamiento en comunicación masiva de estas voces, entre las cuales haya más mujeres sanitaristas que se les ponga un micrófono para decir que somos las voces que tenemos algo para decir en el campo de la salud.

Ojalá cuando lleguemos a la otra orilla, en tiempos de paz, cuando pase la pandemia, podamos hablar más en profundidad de estos temas y ubicar genealogías, autorías y linajes.

Por último, quiero agregar algo acerca del debate de si el Estado estaría siendo paterno o materno. No concuerdo con la familiarización de las políticas públicas. Esto de si Alberto es un padre y las feministas estarían volviendo dos casilleros atrás en el “juego de la oca” porque son tiempos de crisis, o si sería una madre jugando su lado femenino. Me parece que parte de una lectura feminista implicaría salirse de la visión familiarista del amparo. Necesitamos amparo, lxs humanxs somos frágiles y vulnerables y me parece que esta manera de gestión de la epidemia lo está dando. Un Estado presente ocupando su lugar y ahí yo diría que el rol del feminismo, el que está en el Estado y el que está en la sociedad civil debe exigir y garantizar, según de qué lado del mostrador se esté, que las mujeres cuiden, pero que también sean cuidadas. Hay muchas feministas en el Estado que lo están haciendo, es bueno desde el movimiento reconocerlo y visibilizarlo. Pero también es importante no apostar todo al Estado, desde la sociedad civil toca hacer movidas como la que se está haciendo desde el llamamiento feminista contra la violencia machista. Exigir, hacer control social de gestión y acompañar. Y por último, no familiarizar lo que son derechos ciudadanos.

Desfamiliarizar los cuidados y su feminización y no confundir amparo con el paternalismo es parte del aporte del feminismo a cómo se está gestionando la pandemia desde el Estado y desde la sociedad civil.

 

Débora Tajer –Psicoanalista. Licenciada y Doctora en Psicología, Universidad de Buenos Aires, UBA. Magister en Ciencias Sociales y Salud, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, FLACSO. Profesora Adjunta a cargo Cátedra “Introducción a los Estudios de Género”. Profesora Adjunta regular Cátedra “Salud Pública/Salud Mental II”, Facultad de Psicología, UBA. Co-fundadora Foro de Psicoanálisis y Género, Asociación de Psicólogos de Buenos Aires, APBA.

Para ella, es necesario trabajar contenidos conceptuales, procedimentales, actitudinales,  contenidos ligados a la ciencia de la educación, la historia y filosofía de la ciencia, para mostrar a las y los  estudiantes que la ciencia es viva. “Tenemos la impresión de que la física y la matemática no cambian, pero es sólo una ilusión. En la física, por ejemplo, trabajamos constantemente con nuevas tecnologías, incursionamos nuevos estudios, la ciencia evoluciona todo el tiempo”, destacó Beatriz Salemme. De acuerdo a su experiencia, se necesita una enseñanza diferente, no una enseñanza tradicional.
La especialista brasilera en Didáctica de la Enseñanza resaltó la importancia de que los docentes de los distintos niveles estén preparados, también, para adaptarse a los cambios generacionales y cuenten con las herramientas para que sus clases respondan a las nuevas demandas de los estudiantes. 
“Todos los años cuando recibo un grupo de alumnos que se que van a estar 5 años en la universidad para después salir al mundo del trabajo, me propongo como desafío pensar ¿qué mundo les espera de aquí a cinco años? ¿Cómo va a ser esa nueva generación de profesionales?” indicó Beatriz convencida de que año tras año son diferentes los objetivos que debe plantearse. “Tenemos el desafío de formar profesionales de otra generación” destacó.
La especialista en educación valoró la importancia de contar siempre con diferentes opciones metodológicas que permitan explorar distintas técnicas según el grupo con el que se esté trabajando. “A veces percibo con tristeza que muchos profesores dicen ‘yo enseño, si ellos aprenden es otro problema’ y no es así, es mi responsabilidad como docente que los estudiantes comprendan. Entonces nuestro gran desafío es estar alerta para encontrar la forma de que nuestros alumnos de hoy se interesen por lo que se está explicando”.
Entre las herramientas que utiliza en el aula es el trabajo con películas en las que se aborden temas de interés para ser tratados desde diversas disciplinas. Así por ejemplo, con uno de sus grupos de estudiantes de secundaria tomaron una escena del “Código Da Vinci” en la que aparece un código en formato de una secuencia de Fibonacci. “Tomando esa secuencia también trabajamos con su profesor de biología, conversamos con el profesor de historia, la profesora de física. El abordaje fue integral”, relató la especialista en educación.
 
“A mí me enseñaron cierta información de una manera puntual pero nos tenemos que dar cuenta que somos de otra época. A veces las personas no perciben la importancia del cambio generacional y hay que comprender que la enseñanza es un proceso dinámico que se retroalimenta” concluyó Beatriz.