El 24 de marzo de 1976 fue el inicio de una de las épocas más oscuras y terribles del país. Se produjo en nuestra historia una herida, tan profunda como dolorosa. 42 años después, es necesario seguir recordando, seguir reclamando justicia y bregando por el Nunca Más.
Aquella trágica madrugada en la que las Fuerzas Armadas tomaron el poder a través de un golpe de Estado, derrocando al gobierno constitucional de Isabel Perón, daba inicio a una dictadura cívico-militar que se extendería hasta 1983.
Nuestra Constitución Nacional, nuestra ley máxima, dejó de regir la vida política Argentina, quedando todos los ciudadanos expuestos al yugo de las normas establecidas por los militares
Secuestros, desapariciones, privaciones ilegítimas de la libertad, multiplicación de centros clandestinos de detención, torturas, apropiación de niños, exilios forzados, violación permanente de los derechos humanos, crímenes de lesa humanidad. Terrorismo de estado en su más cruda versión. Una sucesión de atrocidades que hoy conocemos, y que tenemos la obligación de recordar para que jamás vuelvan a ocurrir.
El 2 de agosto de 2002, a través de la Ley 25.633, el Congreso de la Nación Argentina establecía el 24 de marzo como el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia.
En nuestro país, y en tantos otros que han tenido el infortunio de recorrer procesos similares, hablar de memoria, es mucho más que la capacidad de recordar. Memoria es ese necesario ejercicio colectivo que nos permite recordar para reflexionar, para accionar, para reclamar justicia, para exigir la verdad como el fin último que nos permita vivir en un país que ha aprendido de su historia. Una sociedad que no quiere, que esa dolorosa historia se repita. Un colectivo que alzará siempre la voz por el Nunca Más.
Memoria no es para nosotros una contemplación pasiva. Nuestro deber, es el de construir esa memoria colectiva capaz de lograr una Argentina mejor, que luche incansablemente por ser una comunidad democrática, justa y equitativa.