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Vie, Mar

Desde el año 2008 la Facultad participa de ARFITEC, un programa Franco – Argentino de Cooperación para la Formación de Ingenieros que es promovido por el Ministerio de Educación de la Nación y que tiene entre sus objetivos impulsar la movilidad de estudiantes. Sofía, Tomás e Ignacio son algunos de los alumnos de la FCEIA que durante el primer semestre de 2019 cursaron en una universidad de Francia y vivieron una experiencia que coinciden en definirla como inolvidable. 

Sofía Paparigopulos y Tomás Maini Cuneo son estudiantes de Ingeniería Industrial y cursaron un semestre en la Universidad CentraleSupélec de París. “La escuela es muy internacional, por lo que hay muchos jóvenes de distintos países que tienen las mismas aspiraciones de conocer y aprender de este gigantesco mundo. Eso hace que socializar, conocer otras formas de pensar, otras culturas e insertarse en la que uno vive se haga mucho más fácil y de esta manera se aprovecha mejor el intercambio” relató Sofía. 

Sofia Foto internacional

Tomás cursó en Francia el 8º semestre de la carrera que es totalmente electivo, con alrededor de 60 opciones de asignaturas de las cuales la mitad se dictan en francés y la otra mitad en inglés. “Esto te lleva a compartir aula con todo tipo de ingenieros y a formar grupos de trabajos interdisciplinarios. Se genera un intercambio de ideas, conocimientos, formas de trabajo, culturas, que yo creo que en algunas ocasiones termina siendo más valioso que los contenidos de la materia.” Lo mismo sucedió con los docentes, de las 6 materias que cursó sólo 2 eran franceses, “en cada clase te encontrás con una forma diferente de explicar los contenidos, con métodos de evaluación muy originales y únicos” agregó.

Experiencia TOMAS

Sobre lo académico Sofía mencionó que si bien al principio le resultó complejo por ser una metodología diferente y en otro idioma, valoró que “tanto los profesores como los estudiantes locales y extranjeros, estuvieron siempre a disposición para ayudar”. Y destacó la posibilidad de relacionarse con personas de diferentes nacionalidades, “da lo mismo de donde vengas, lo importante es vivir el momento con todos ellos que tienen mucho para aportarte. Es con lo que uno más se queda y lo que hace que la experiencia sea única”

“Me parece imposible dimensionar o cuantificar todo lo que aprendí con esta experiencia. Gran parte del aprendizaje viene de convivir todos los días con esa diversidad: almorzar, estudiar, cenar, viajar, hacer deporte con compañeros de todos los continentes, tener conversaciones en más de un idioma al mismo tiempo, aunque ninguno de ellos sea tu idioma nativo. En el momento es difícil de procesar dónde estás y todo lo que estás viviendo, espero poder seguir aprendiendo, con el tiempo, de estos meses que viví en el exterior” valoró Tomás. 

Sofia En la universidad

“Luego de haber finalizado mi estadía, puedo decir que valió completamente la pena tanto académicamente, como en lo personal. Me llevo una enorme familia internacional, personas increíbles, la mente mucho más abierta y miles de conocimientos nuevos. Fue una experiencia totalmente enriquecedora desde el día uno” concluyó la alumna. Y Tomás agregó: “a los que estén considerando postularse a un intercambio en algún momento de la carrera, sepan que es una experiencia única, de la que no se van a arrepentir nunca”

Ignacio González es alumno de Ingeniería Civil de la FCEIA y estudió un semestre en la escuela de ingenieros Polytech Annecy-Chambéry dependiente de la Université Savoie Mont Blanc en la localidad de Chambéry. Allí cursó materias correspondientes al 8º semestre dentro de la especialidad EBE (energía, construcciones, medio ambiente) además de cursos de inglés y francés, ofrecidos de forma gratuita por la universidad. 

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En lo que respecta al desarrollo de las materias mencionó que primaba el trabajo en clase. “El cursado era intensivo y se proponían actividades que debían ser completadas al final de cada módulo, lo que llevaba a que el trabajo fuera del aula se limitara al estudio o repaso de los contenidos y eventualmente la concreción de algún trabajo práctico”. Además indicó que tenían pocos exámenes, sólo dos por materia e incluso en algunas asignaturas tuvo una única instancia evaluativa. 

Al igual que los estudiantes de industrial, valoró la posibilidad de vincularse con jóvenes de diferentes partes del mundo, y destacó el rol de la facultad francesa durante el proceso de adaptación cultural. “Organizaron una agenda de actividades que incluía visitas a lugares naturales, eventos musicales y nocturnos e incluso una jornada cultural llamada ‘Tour du Monde’ en la que durante dos días debíamos representar a nuestro país con un stand propio. Todo esto llevó a que conociera numerosos estudiantes de intercambio de los más variados orígenes (Canadá, Perú, Italia, Alemania, Turquía, Mali, España, Guatemala) generándose lo que bautizamos como nuestra ‘familia internacional’”. 

“La experiencia fue sumamente fructífera, tanto en el plano académico-profesional como en el personal. Por un lado, logré empaparme de los desafíos a los que se enfrentan los ingenieros franceses y de qué manera dan respuesta a los mismos, ampliando mis conocimientos sobre energías renovables, mejorando mi desempeño oral y escrito y perfeccionándome en el idioma francés. Por el otro, entablé lazos muy estrechos con futuros profesionales de la ingeniería y de numerosas disciplinas con los que, más allá de la posibilidad real de ser futuros colegas, ya existe una relación de amistad” valoró Ignacio. 

A modo de reflexión final y coincidiendo con sus pares de industrial mencionó: “Recomiendo enfáticamente la participación en este programa y en general de cualquier experiencia académica en el extranjero. Asimismo, estoy a entera disposición para evacuar cualquier tipo de inquietud respecto a esta vivencia”

 

 

 

Para Beatriz, las personas tienen dificultad para encontrar en las matemáticas, en la física y en la química una significación al margen de hacer cuentas. Su propuesta, se basa en trabajarlas como una cultura, así como estudiamos la literatura y sus grandes movimientos,  se debería poder estudiar la física moderna, la física contemporánea o la física clásica. “Nosotros los profesores tenemos que estar preparados para hacer eso”, señaló. 
Para ella, es necesario trabajar contenidos conceptuales, procedimentales, actitudinales,  contenidos ligados a la ciencia de la educación, la historia y filosofía de la ciencia, para mostrar a las y los  estudiantes que la ciencia es viva. “Tenemos la impresión de que la física y la matemática no cambian, pero es sólo una ilusión. En la física, por ejemplo, trabajamos constantemente con nuevas tecnologías, incursionamos nuevos estudios, la ciencia evoluciona todo el tiempo”, destacó Beatriz Salemme. De acuerdo a su experiencia, se necesita una enseñanza diferente, no una enseñanza tradicional.
La especialista brasilera en Didáctica de la Enseñanza resaltó la importancia de que los docentes de los distintos niveles estén preparados, también, para adaptarse a los cambios generacionales y cuenten con las herramientas para que sus clases respondan a las nuevas demandas de los estudiantes. 
“Todos los años cuando recibo un grupo de alumnos que se que van a estar 5 años en la universidad para después salir al mundo del trabajo, me propongo como desafío pensar ¿qué mundo les espera de aquí a cinco años? ¿Cómo va a ser esa nueva generación de profesionales?” indicó Beatriz convencida de que año tras año son diferentes los objetivos que debe plantearse. “Tenemos el desafío de formar profesionales de otra generación” destacó.
La especialista en educación valoró la importancia de contar siempre con diferentes opciones metodológicas que permitan explorar distintas técnicas según el grupo con el que se esté trabajando. “A veces percibo con tristeza que muchos profesores dicen ‘yo enseño, si ellos aprenden es otro problema’ y no es así, es mi responsabilidad como docente que los estudiantes comprendan. Entonces nuestro gran desafío es estar alerta para encontrar la forma de que nuestros alumnos de hoy se interesen por lo que se está explicando”.
Entre las herramientas que utiliza en el aula es el trabajo con películas en las que se aborden temas de interés para ser tratados desde diversas disciplinas. Así por ejemplo, con uno de sus grupos de estudiantes de secundaria tomaron una escena del “Código Da Vinci” en la que aparece un código en formato de una secuencia de Fibonacci. “Tomando esa secuencia también trabajamos con su profesor de biología, conversamos con el profesor de historia, la profesora de física. El abordaje fue integral”, relató la especialista en educación.
 
“A mí me enseñaron cierta información de una manera puntual pero nos tenemos que dar cuenta que somos de otra época. A veces las personas no perciben la importancia del cambio generacional y hay que comprender que la enseñanza es un proceso dinámico que se retroalimenta” concluyó Beatriz.